Humor de leyendas de las campanadas de fin de año.
¿Quién no ha empezado el año nuevo alguna vez teniendo pesadillas por las campanadas? ¿A quién no le ha pasado nunca que al acercarse el último día del año, su cuerpo se estremece al recordar la pesadilla que vivió con las últimas campanadas?
En Caricaturas y retratos hacemos un ejercicio de memoria de los momentos más trágicos de las campanadas de fin de año con el fin de ayudar a aquellas personas que después de aquella experiencia no han vuelto a ser felices.
Obregón y Ramón García ¿Tétrico, no?
Esta pareja protagonizó unas campanadas de lo más absurdas que se recuerdan en televisión. Al ser el año 2005 se pasaron toda la retransmisión preguntando por el número del año que venía, para así poder hacer la famosa rima. Un aburrimiento extremo que al menos tuvo un buen final gracias a la astucia de Ana Obregón, que viendo que la gala era una porquería, cogió la capa de la suerte de Ramón García y la lanzó por el balcón (haciendo la broma de que fue sin querer). La trayectoria de Ramón García cayó en picado desde que perdió su capa aquel fatídico día.
Anne Igartiburu e Imanol Arias.
De nuevo la maldición de las uvas recayó en el presentador de este año.
En 2012 los estilistas de la 1 observaron que Anne le sacaba una cabeza y media al bueno de Imanol y para solucionarlo (y con un poco de mala uva), decidieron ponerle al actor un tupé de proporciones épicas. El que interpretara al famoso «Lute» en los 80, se pilló un cabreo monumental y lanzó una maldición en pleno directo, vaticinando la crisis del COVID de 2019.
También culpó a hacienda por aquella broma macabra de su peinado.
Irma Soriano. Enemigo público n.1.
Llegamos a uno de los momentos más críticos de esta historieta.
En 1994 aparece en la pequeña pantalla la buena de Irma Soriano.
Justo antes de comenzar los cuartos, nos empieza a contar lo bonita que es la vida. Poco a poco va notando que el reloj está sonando y empieza a decir las campanadas cuando ya iba por la 12, cantando un total de una campanada y dejando en el plato de los españoles las otras once sin tocar. Se produjo el caos total, gente llorando por la calle, niños sin poder dormir tras años de pesadillas y familias rotas por no haber elegido otra cadena para ver ese fatídico fin de año.
El grande de Carrascal.
El mítico presentador de las noticias de antena 3 consiguió ser, a pesar de sus fallos, uno de los personajes televisivos más queridos de la época.
En 1992 y durante las campanadas, hizo un viaje astral en el tiempo y retrocedió 30 años, felicitándonos el 1963 y provocando primero pánico y luego alivio a los más mayores de los hogares, que llegaron a pensar que seguían en la época de Franco.
Carmen Sevilla reina de las uvas.
Una cosa era clara: si hacías zapping para buscar la cadena ideal para comerte las uvas con total garantía y aparecía ella en la imagen, ya no eras capaz de cambiar de canal. Su forma de improvisar era hipnótica. Cada campanada que sonaba iba acompañada por un chascarrillo de la actriz que conseguía provocar, en más de una ocasión, atragantamientos severos de los españoles que la contemplaban como si de un Dios se tratara. Estando ella al frente, tanto las campanadas como las uvas eran lo de menos. Tan solo importaba ella.
Carmen y José María Íñigo: caos total.
El mítico presentador tuvo el honor de compartir las campanadas con ella y repitió el mismo fallo que el bueno de Carrascal felicitándonos el 1964. Carmen, lejos de acusar a su compañero del fallo, gritó a los cuatro vientos «Feliz 1964».
