Hulk Hogan abandona a Trump.

Historieta de humor de Hulk Hogan.

Hulk Hogan no tuvo una infancia fácil a causa de una enfermedad llamada el síndrome del Hulkniforme.

Las prendas de vestir, al entrar en contacto con el pequeño Hogan, se hacían pedazos inmediatamente. En su barrio todos se pitorreaban de su vestimenta a jirones y esto fue llenándole poco a poco de mala leche.

Ya de adulto, y con el apodo de «Hulk» Hogan, decidió entrar en la lucha libre no por pasión, sino porque era el único trabajo donde se le podía romper la ropa en público sin que lo detuviera la policía.

Poco a poco empezó a sentirse acosado por las tiendas de ropa, que veían en el luchador de los cabellos rubio platino un chorreo constante de dinero para sus bolsillos. Las fábricas no daban abasto. Algunos expertos aseguran que la crisis del algodón del 1987 fue responsabilidad directa del bueno de Hogan. Todos quedaban maravillados al ver su ropa hacerse pedazos. Todos menos Hogan. Él tenía mucho frío siempre.

Se rumorea que fue en un lúgubre local de alterne (se desconoce si aparece su nombre en alguna lista), sitio en el que Hogan se sentía algo más cómodo al estar rodeado de mujeres sin ropa, cuando conoció a Donald Trump.

El actual presidente americano estaba allí amenazando a los del local en subirles los aranceles algún día si no le rendía pleitesía todo Dios y por casualidades del destino sus miradas se cruzaron.

Soñaron con dominar el mundo, maldijeron al ser humano y sellaron una bonita amistad compartiendo su gran pasión por el color amarillo.

Desde entonces, Hogan apoyó todas las locuras de Trump. No por ideología, sino como acto de solidaridad entre amigos incomprendidos por la moda. Trump le prometió una línea de camisetas irrompibles si llegaba a la casa blanca y Hogan lloró. Era todo lo que siempre había querido. Trump nunca cumplió su promesa (cómo es habitual en él) y eso le hundió.

Hulk Hogan abandona este mundo en busca de unas camisetas que duren hasta la eternidad.

D.E.P

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